chilena Daniela Navarrete obtiene 2do puesto en La Misión 2017 [relato]

La Misión, Una auténtica aventura.

La Previa

En la búsqueda de una carrera para comenzar el año llegué a La Misión, después de haberme estrenado en la misma distancia de 160 en la EC (Endurance Challenge), pensé que sería interesante probar con una carrera de semiautosuficiencia., conversé con algunos corredores y tomé la decisión. La primera etapa era obtener todo el equipo obligatorio que es muchísimo, después de encargos, asesorías etc. estuvo listo 24 hrs antes de partir. Debido a la logística y los numerosos entrenamientos, antes de comenzar la carrera ya estaba estresada. Bueno y como el tiempo vuela llegó el día de partir, llegamos a San Martín de Los Andes, en la acreditación me dicen que el vivac que llevaba no servía y que debía adquirir otro, después de buscar, logré obtener uno. Una vez con el chequeo completo se vino la charla técnica, el director de carrera presentó la ruta, el médico dio las indicaciones en caso de picaduras de abejas, golpe de calor, etc. Una vez finalizada la charla ya era hora de ir a dormir, esa sensación de boca seca por los nervios que impiden conseguir el sueño, el repasar una vez más el equipo, revisar el dropbag y todo lo que conlleva el auto boicot para no descansar en la previa de una carrera.

La Carrera

Llegó el día!, (lugar de partida que fue cambiado el día anterior), era un regimiento sin baños, con más de 500 corredores llegando a la línea de largada, los nervios la emoción y las ganas de comenzar estaban ahí. No podía creer que correría la misión! Llegó el conteo, parada en el grupo de avanzada comencé con un ritmo genial, me sentía muy bien, la mochila con sus 12 kilos no era ningún problema, tuve la suerte de correr varios kilómetros con Sofía Cantilo, una destacada y muy simpática corredora Argentina (200k). Empezamos por un bosque, luego el lago Lolog, era una fiesta en la ruta, tocaban la bocina, la gente de los camping aplaudía, wow… sabía que ese tramo era mi posibilidad de avanzar ya que después se venía la parte fuerte. Llegué al kilómetro 33, cargué agua y ya sabía lo que venía, el imponente filo de Aseret con 15 km de sube y baja entre subidas muy empinadas y buenos acarreos que incluyeron los respectivos porrazos, pero ahí solo había que disfrutar y dejarse encantar por la Patagonia, volcanes, lagos, pampa, verde y todo eso, que al final te dices por esto corro y disfruto la naturaleza. La bajada era un acarreo muy bueno, técnico pero ya era lo último para salir a la siguiente mini meta, llegada al río, cargar agua y correr!. En esta parte iba con Nicolás, un corredor y policía argentino de Neuquén, quien me acompañó esos 20 km. El sendero lleno de arbustos hacían micro heridas en las piernas, pero no había que pensar en eso porque era imposible esquivarla, además se incluía un río que tuvimos que cruzar unas 25 veces. Último cruce de río y solo faltaban 10 km hasta el dropbag (era una ruta de autos) una vez en el dropbag, cambio de calcetines, algunos parches en las ampollas, cambio de polera, comer pasta, tomar Coca-Cola, cargar la comida para los 2/3 de carrera que quedaban, en 25 minutos ya estaba fuera. Partí renovada, los pies dolían un poco pero iba a buen ritmo, ya eran las 00:00 hrs, seguí sola todo el camino, aveces me encontraba con algunos corredores pero nada muy permanente, empecé a apretar y aprovechar el segundo o quinto aire. Comenzó a amanecer y el frío se sintió, me abrigué y cruce un par de ríos que eran bien anchos, no les explico lo difícil que era volver a correr después de eso. Ya al amanecer llegué a un PC, donde me dijeron que faltaba 12 km para Boquete, donde vendían hamburguesas!, era un bosque interminable, con un camino recién re abierto lleno de quillas cortadas, subidas bordeando árboles gigantes que estaban caídos, bajadas y subidas muy empinadas, el sueño ya empezaba a jugar en contra, veía gente y casas que no existían. Mucha fatiga general. Por suerte me encontré con un corredor e hicimos 6 km juntos, el negro de Tucumán (sino me equivoco), entre la conversación nos hicimos más fácil la ruta. Al fin llegamos!!. El negro me regaló una hamburguesa y una Coca-Cola que me ayudaron a tener la fuerza para el último y largo tercio de carrera (km 110). 10 km más y empezaba la primera subida hacia el cerro Rocoso, antes de subir, paré donde había una persona de seguridad de ruta, tenía los pies imposibles, me costaba mucho avanzar, él muy amable me ayudó a secar un poco mis calcetines, quité las plantillas de las zapatillas, reventé las ampollas que más me molestaban, estaba muy afectada sentía que no llegaría nunca, pero él me dió las palabras para continuar, y alimentó mi garra que creía perdida. Cerca de las 3 de la tarde estaba trepando ese cerro, con 30 grados de calor pero con toda mi fuerza, dándolo todo, dejé de sentir dolor, solo quería avanzar, luego venían 16 km de descenso muy duros, de los cuales los últimos 4 me costaron mucho. Finalmente llegue a otro camino de autos, estaba sola, eran cerca de las 19:30 hrs, estaba angustiada, sentía que no podía más, lo único que quería era salir de ahí, no sabía si continuar, pero tampoco sabía por dónde regresar a la ciudad, cuando me encontré con una dupla de chicos y me dicen, que vayamos al control a comer, descansar y que luego tomara una decisión. Los seguí todavía muy angustiada y en el control me dicen que Nico se había retirado pero su mensaje era que debía continuar y que debía llegar a la meta. Aún me quedaba un último cerró, el Colorado, subí con el alma, porque ya no tenía pies para avanzar, llegué hasta un patrullero, saqué la tierra de mis zapatillas, puse las plantillas y continúe, a un paso lento pero constante, logré llegar al siguiente control, me quedaba una larga bajada, pero era la última. Empecé a bajar rápido (entiéndase según la altura de la carrera y con +20 ampollas en los pies), estaba muy asustada porque el bosque de bajada tenía subidas y me desorientaba, ya era de noche, cerca de las 2 am, pero seguí hasta que llegué. El control me dice que faltaban 8 kilómetros hasta el camino de autos, una vez en él ya eran las 3 am, ya estaba cerca de la meta o por lo menos eso creía, seguí la ruta y la seguí y la seguí, hasta que vi a un patrullero que me dice: «queda una subida de una hora más, una ruta de 3 km», no lo podía creer, pensaba que era una broma, ya no podía más, realmente pensaba que era una broma, escuchaba gente riéndose y creía que era una burla. Había que trepar 2 portones y pasar un alambrado, cuando llegué a la ruta, a 3 km de la meta, no podía más ( nunca me había sentido así) el dolor de pies era insoportable, alucinaba que había gente que no existía. Hablaba y pedía ayuda pero no había nadie, tenía mucho frío y no era capaz de abrigarme, dejé la mochila en el suelo, apagué la linterna y me tiré en la ruta, creo que dormí o lloré, o las dos. Cuando pasaron una vez más la dupla de corredores salvadora, y me levantaron para continuar, seguí a duras penas a paso muy lento, me demoré 2 horas en hacer 3km por un camino sin dificultad, el último km se acercó una chica Catalina, que me acompañó hasta le meta, aguantando mis respuestas en monosílabo y alentándome, una salvadora más en mi camino. Antes de llegar, tras de mí otra dupla con la que compartimos en el camino anteriormente, me animó gentilmente a cruzar la meta antes que ellos. Y después de 44 horas ahí estaba con mi medalla de misión cumplida y un trofeo de 2 lugar que apenas podía cargar. Lejos, lejos la carrera más dura que he corrido, una prueba a los límites, al dolor, lograr sobreponerme para finalmente decir: Misión Cumplida. Obvio que esto no hubiese sido posible sin K-runners, Deloitte Runners, Demech Deportes y medicina China, Petzl chile (el mejor casco y la mejor linterna del mundo mundial), a mi familia, amigos que me aconsejaron y ayudaron para lograr llegar a la carrera y a mi compañero y cómplice de locuras Nicolás Jego.

 

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ultrajj

(MSc) Ingeniero civil acústico, amante del deporte, la música y todo lo que signifique un desafío.